martes, 26 de junio de 2012

Las flores se dan en vida

Estas son épocas en las que en el mundo Rock abundan los tributos, los homenajes y los reconocimientos. Pululan por doquier conmemoraciones, deferencias y reverencias; agasajos, halagos, distinciones y cumplidos; ofrendas, adulaciones, tés-desfiles en honor a… El rock se festeja ante el espejo en una gigantesca auto dedicatoria.



Hoy, el rock se masturba pensando en sí mismo.

Y arrastrados por esa ola (desafortunada imagen, lo sé) van todos los que son la pata que banca la mesa. El público rockero que paga su entrada a veces lo hace para ser parte fundamental de una tendencia que con la excusa de escuchar viejos clásicos se ve negada de creatividad, sacada del freezer y refritada con ínfulas de evento histórico.

Ni voy a hablar de “The Wall”. Me quedo acá. Por el Alto Valle pasaron hace poco Marky haciendo todo un show con canciones de Los Ramones, o Paul Di´Anno haciendo temas de Maiden. Y entre las bandas nacionales, pasó por ejemplo Malón incluyendo en su set 8 (ocho) temas de Hermética. Más aún: el mes que viene llega a la región el “Tributo a V8”. Y aquí es donde voy a detenerme.

Ayer 25 de Junio cumplió 50 años de vida Ricardo Iorio. Y ya está más que claro el papel que le ha correspondido en la creación y evolución del género pesado metálico en nuestro país. De hecho, no tuvo papel en la obra: hizo la obra. Pero entre tanto homenaje que anda dando vuelta es cada vez más evidente la gambeta olímpica que los homenajeros se mandan a la hora de reconocer este hecho.





Afortunadamente por un lado –triste por otro- diversos artistas de otros palos musicales no tienen ese drama que no se sabe bien si es celo o resentimiento. Cianciarullo, los Mollo, Willy Crook, Daniel Melingo, Dárgelos, Vicentico… la lista es larga como puteada de tartamudo. Todos coinciden en rescatar esa veta que a veces se le escapa incluso a muchos seguidores de Iorio: el tipo es un artista. Un creador. Y las cosas se dieron de forma que volcó su inventiva a una rama del arte –la música-, en un envase que tuvo que armar porque en este lugar no existía – el metal-.

Es el envase que otros en otras partes se llamó NWOBHM, o un poco más tarde y en Estados Unidos “thrash metal”. Pavada de importancia ¿no? La opera prima de Ricardo funciona si se quiere como el nexo perfecto entre ambas movidas. Por eso son tan parecidos “Luchando por el Metal” y “Kill ´em All”. Y por eso tan distintos también.

Más de treinta años después de que el joven Iorio y su amigo Chofa Moreno iniciaran todo, nos encontramos con un catálogo inquebrantable y las tres bandas más importantes de la historia de esta historia. A meses nomás de un nuevo disco de Almafuerte, uno no puede dejar de preguntarse cuándo será el día en que tanto homenajeante deje sus malas sangres o envidias o lo que fuere de lado y reconozca como se debe a un artista que le abrió la tranquera, le marcó el camino y le pavimentó la ruta.

Porque cobrar buen dinero por hacer sus canciones sin siquiera saber la letra no tiene mucha pinta de homenaje. Y las flores, las que son sentidas, se dan en vida.

Por Diego Bernardi.

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